domingo, 5 de septiembre de 2010

3 Dragones, 3 Corazones (1º Parte)

Introducción.

Tras barajar la baraja las figuras repartieron las cartas, la partida no había empezado, simplemente continuaba, siempre continuaba. Las reglas que seguían eran difíciles de entender, a veces parecía no seguir regla alguna, que simplemente se dedicasen a barajar y repartir naipes sin orden aparente, o tal vez en el orden que dictaban las carta.

-Así que Nefarian lo ha hecho- Dijo la primera figura tras ver sus cartas.

-Si- Respondió la segunda figura que acababa de repartir las cartas- Pero dudo que tenga conocimiento de los acontecimientos que realmente ha desencadenado.

La segunda figura miro sus cartas y las ordeno en sus manos.

-¿Cómo se llaman?- Pregunto la primera figura, mientras la segunda echaba una de las cartas de su mano sobre el tapete, era la figura del caballero .

-Dreogan- Dijo mientras dejaba la carta sobre la mesa, acto seguido dejo otra carta, esta vez esta carta representaba la calavera cornuda de un dragón negro, “la muerte” .

-Draken- Dijo esta vez y acto seguido mostró su ultima carta, “la balanza”.

-Y Darius.

Ya estaban las cartas sobre la mesa, la partida podía continuar.

Acto Primero: Dreogan.
Dreogan se coloco la armadura con el mismo ritmo pausado y reflexivo que la primera vez tras su vela de armas , sintió sobre sus escamas doradas el frío metal de las anillas que formaban la cota de malla, encima de esta se puso la coraza, también coloco sobre su cabeza el yelmo que cubría y protegía su rostro draconico. Una vez vestido desvaino su espada y se arrodillo pidiendo a Bahamut, señor de los dragones metálicos, fuerzas para seguir adelante.

-Mi señor- Dijo un miembro de la escolta de los altos elfos cortándose en su ímpetu al final de la frase al darse cuenta de que estaba interrumpiendo un ritual ceremonial- Lo siento, volveré luego…
-Tranquilo capitán- Dijo Dreogan abriendo los ojos e incorporándose- Ya había terminado.

Dreogan envaino su espada y la dejo a un lado con el fin de ser cortes.

-¿A que venias capitán?- Pregunto Dreogan.

-El bloqueo ha sido derribado mi señor- Respondió el alto elfo- Podemos ponernos de nuevo en marcha casa mi señor.

Una idea paso por la cabeza de Dreogan, una idea que le entristecía.

-Adelante pues.

Dreogan era a un mismo tiempo San Jorge y el Dragón, su padre era hombre importante y querido por tres reinos distintos, al llegar a la pubertad abandono la guarida de los dragones dorados de oriente con el fin de convertirse embajador entre el Imperio Occidental de los humanos y los Reinos Lejanos de los Altos Elfos , su porte exótico oriental enamoro a una joven elfa la cual supo también llamar la atención del joven dragón, del fruto de esta relación nació Dreogan, el cual fue bien recibido en la sociedad de los elfos, cosa que era rara en esta clase de híbridos, esto se debía no solo por la reputación y la honra de su padre, sino también por su propia bondad.

A igual que su padre anteriormente, pasada ya su pubertad, expreso su deseo de convertirse en paladín y en agente de su padre en su misión de paz, elección que lleno de orgullo y lágrimas a su padre, y que, en cierta manera, entristeció a su madre. Hace ya pocos días le llego la noticia a Dreogan de que su padre había muerto.

Normalmente la llegada de la escolta de Dreogan era motivo de jubilo y festejo, los niños corrían por las calles imitando a sus héroes y las jóvenes doncellas se reunían en el cortejo buscando novio, ese día, en cambio, la llegada de la escolta tenia un carácter fúnebre , recibido por miradas de tristeza y miedo.

Dreogan freno el cortejo al llegar al barrio en el que se había criado, se bajo de su montura y lucho por contener las lágrimas, lo que antes era un monumento a la arquitectura urbanística ahora no parecía mas que un campo de batalla. Su yelmo cayó de sus manos, a sus piernas le traicionaron las fuerzas dejándole de rodillas contra el suelo, una pequeña lágrima se deslizo por una de sus mejillas.

Sintió como una mano se posaba sobre su hombro, mientras una voz familiar llenaba su oído de cariño con una sola palabra.

-Hijo.

-Madre- Respondió mientras giraba su rostro- ¿Qué ha pasado?

-Sígueme- Dijo mientras le conducía hasta un templete que habían construido en la plaza principal, en este se encontraba una altar en el que ardía una gran llama dorada, Dreogan al acercarse descubrió que ese altar era en realidad un pira funeraria, una tumba abierta donde descasaba el cuerpo su padre, en forma de humanoide, vestido con un kimono rojo y una katana de carácter ceremonial , las llamas doradas rodeaban y protegían su cuerpo sin consumirlo.

-Los altos magos del consejo se encargaron de embalsamar su cuerpo.

-¿Qué ocurrió?- Pregunto Dreogan con la mirada cargada de rabia y tristeza.

-Hace unos días, una sombra oscureció el cielo durante un segundo-Empezó a relatar la madre mientras miraba el suelo- Entonces apareció ese hombre.

-¿Qué hombre?

-Era un hombre de rasgos estigios -Respondía su madre mientras luchaba por no levantar la vista- Vestía de negro y llevaba unos anteojos redondos, hablaba arrastrando las “eses” , llamo a tu padre por su nombre draconico.

-¿Qué quería ese hombre?

-Te quería a ti- Dijo su madre justo en el momento antes de romper a llorar-Intento sobornarle

Durante un segundo hubo silencio, ambos se abrazaron.

-Dijo que se llamaba Nefarian- Dijo su madre- Que si lo buscabas te estaría esperando.

Dreogan lleno su mirada de rabia.

-Le matare.

-¡No!- Respondió alarmada su madre-Si vas a buscarle te matara.

-Tengo que hacerlo.

-¡Si lo haces el sacrificio de tu padre será en vano!

Dreogan miro a su madre sin querer entender.

-Tu padre murió por ti, si mueres habrá muerto por nada- Dreogan agacho la mirada al escuchar esto- Esta ciudad te necesita, necesitan un héroe, necesitan a alguien que continúe la misión de paz de tu padre- Dreogan volvió a mirar a su madre- Yo te necesito, porque no podría soportar perder también a mi hijo.

La gran dama de los elfos volvió a llorar, su hijo le abrazo para consolarla.

-Jamás dejare que os pase nada, siempre tendréis mi protección- Le prometió tras besarle la frente, y su promesa fue sincera y llena de amor, mientras en otro lugar, en otro tiempo (pero al mismo tiempo) una sacerdotisa drow yacía sin vida en el suelo de su palacio, teñiendo de rojo las losas del suelo, en una esquina de la habitación Draken veía el cuerpo sin vida de su madre.

-Adiós mama- Dijo sonriendo.

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