martes, 19 de octubre de 2010

Las Historias de Ab3: Las aventuras de los Monty Python en el abismo más profundo del Infierno

AQUELLOS A QUIENES LES GUSTE WILLIAM SHATNER, LOS QUE SE MEAN EN LA CAMA, LOS TRABAJADORES DE INSTITUCIONES MENTALES, LA GENTE QUE HACE JUEGOS DE ROL CASEROS Y CUALQUIERA QUE PIENSE QUE ESAS COSAS NO SON GRACIOSAS Y QUE NO HAGO MÁS QUE APALEAR A UN CABALLO MUERTO CON EL PALO DEL DOLOR PROBABLEMENTE PREFERIRÁN NO SEGUIR LEYENDO.

[La expresión anglosajona “golpear un caballo muerto” viene a significar algo así como darle vueltas y vueltas y vueltas al mismo tema machaconamente, sin aportar nada nuevo.]


...La institución estatal de salud mental dejó finalmente en libertad a Psicópata Dave. En parte porque había accedido a permanecer al menos a 500 metros de distancia de William Shatner [el actor que dio vida al capitán Kirk], y en parte porque se dieron cuenta de que, de alguna manera, había organizado a todos los pacientes del recinto para jugar a una especie de juego de rol en vivo de Star Trek. Celebramos su regreso al mundo exterior reuniéndonos en el sótano de El Disgusto para echar una partida.


Psicópata Dave: “Fue la experiencia de juego más intensa de mi vida. Casi me arrepiento de no haber hecho nada peor para poder seguir con la partida.”

El Cobarde: “Me encantaría haber estado allí.”

El Disgusto: “Sí, bueno. Me alegro que estés de vuelta para que podamos volver a jugar una partida normal.”

Yo: “El sótano tiene muy buena pinta. ¿Hicieron tus padres una remodelación?”

El Disgusto: “Más o menos. Encontraron una capa de moho tóxico creciendo por todas las paredes y por el techo.”

Yo: “¿Qué? Creía que simplemente lo habían pintado.”

El Disgusto: “Naaah, estos son los colores originales. El moho estaba, más o menos, cubriéndolo todo.”

Yo: “Díos mío... hemos estado jugando aquí durante más de un año...”

El Disgusto: “Sí, supongo que no podían creer la cantidad de esa cosa que había. Enviaron a unos científicos de la universidad para que la examinaran.”

El Cobarde: “Guau.”

El Disgusto: “Le tuve que administrar a uno de ellos una buena ración del palo del dolor, porque le pillé echándole un ojo a mi Especial Sexo de los Elementales” [un cómic-book].

Psicópata Dave: “Sí, es justificable.”

El Disgusto: “Y la cosa mejora. Cuando le pegué, el viejo carcamal se cayó encima de mi caja con miniaturas recién pintadas. Estaba a punto de matarle... si mi madre no hubiera...”

Yo: “¿Viejo carcamal? ¿Le pegaste a un anciano?”

El Disgusto: “Tenía bastantes posibilidades de defenderse a sí mismo, ¡usaba bastón!”

El Cobarde: “¿Nos hubiéramos podido colocar si nos hubiésemos comido el moho tóxico?”


La puerta del sótano chirrió y se abrió. Bastardo Tramposo entró llevando tres cajas de leche que estaban llenas con carpetas anilladas. Como todos guardábamos bastantes malos recuerdos de D&D, Lords of Creation y La Llamada de Cthulhu, Bastardo Tramposo se había ofrecido voluntario para dirigir una partida de un sistema y universo de rol casero en el que había estado trabajando desde principios de los ochenta. Habría estado sólo un poco preocupado, si no me hubiese percatado de que Biff Bam le estaba ayudando a traer las cajas de leche numeradas cinco a ocho.


Yo: “¿Qué coño está haciendo él aquí?”

Psicópata Dave: “Yo le invité.”

Yo: “¿Por qué?”

Psicópata Dave: “Somos viejos amigos. Nos expulsaron del entrenamiento básico [en la academia militar, se entiende] juntos.”

El Cobarde: “¡Ese es el tío que no paraba de atacarnos y tirarnos al suelo!”

Yo: “¡Abusó de nosotros!”

Psicópata Dave: “Calmaos. Se portará bien. Probablemente se dio cuenta de lo mariconazas que podéis llegar a ser.”

El Cobarde: “Me tiró al suelo tan fuerte que ahora me duele cuando meo.”

El Disgusto: “¿De qué estáis hablando? Yo estaba ahí y no ocurrió nada de eso.”

Yo: “¿Que de qué estamos hablando? Tú estabas allí. ¡Nos obligó a desnudarnos hasta la cintura! ¡Te inmovilizó contra el suelo!”

El Disgusto: “Eso nunca ocurrió.”

Yo: “Tío, ojalá yo pudiese editar el contenido de mi vida.”

Bastardo Tramposo: “Vale. ¡Espero que estéis preparados para una experiencia de juego acojonante!”

Yo: “Tiene un aspecto impresionante.”

Bastardo Tramposo: “Sí, no he dirigido este juego desde que el grupo de jugadores de Lance Stargrove se fue del pueblo.”

El Cobarde: “¿No fue ese el grupo de jugadores que se volvió como una cabra de golpe, le prendió fuego a todo su material de juego, y se unió a una especie de secta espacial rarísima?”

Bastardo Tramposo: “Creo que se llaman La Puerta Del Cielo o algo así.”

Psicópata Dave: “Esa fue una gran película. Muy infravalorada” [La Puerta del Cielo (Heaven’s Gate) es un western del 80 dirigido por Michael Cimino, con Kris Kristofferson, John Walken y John Hurt, entre otros muchos].

Biff Bam: “Bueno, yo os ayudaré con la creANción de personajes. ¿Os habéis traido todos vuestras calculadoras cientíHIFIcas?”


Y así comenzó nuestro descenso a una pesadilla de atributos generados aleatoriamente y matemáticas de alto nivel. Primero tirabas los dados para determinar tanto la fecha como el lugar de nacimiento. Y después tirabas para determinar tu raza. El libro de razas tenía más de doscientas páginas, que iban desde el “gnomo enano” hasta la “deidad robótica menor (demente)”. Luego, estas tres tiradas se factorizaban para computar un número que se añadía a la tirada que hacías para determinar tu entorno familiar. Después se hacía la media de cada uno de estos factores, social, familiar y locacional, y se computaban para transformarlos en una serie de modificadores que usabas cuando hacías las tiradas que determinaban los valores de los atributos y la apariencia personal de tu personaje. Psicópata Dave acabó creando un Elfo Espacial Berserker; El Cobarde era un Orco de Montaña Clérigo; Biff Bam era un Paladín Humano; yo acabé con un Granjero Telekinético con tendencias exhibicionistas, y el Disgusto tiró los dados y sacó... un ninja.

Eso me resultó profundamente inquietante.

Luego comenzamos a equipar a los personajes, y fue entonces cuando me di cuenta de hasta qué punto llegaba la locura de Bastardo Tramposo. Tenía una carpeta completamente llena de distintos tipos de equipamiento; y luego otra, también completamente llena, con antecedentes generados aleatoriamente para el equipo que comprabas. De esa forma sabías si tu espada era una reliquia procedente de un antiguo imperio desaparecido hacía muchos años, si la comida que habías comprado estaba a punto de ponerse rancia, y si la mula de carga tenía problemas de control de la agresividad. Fue alrededor de este momento cuando me sentí desfallecer.


Bastardo Tramposo: “¿Veis? Ahora tenéis personajes que conocéis de los pies a la cabeza.”

Yo: “¿Cuánto tiempo hemos tardado en hacer esto? ¿Quién es el presidente actual?”

El Cobarde: “Así que mi orco solía ser un soldado, pero desde que recibió una visita de su Dios en el campo de batalla de un planeta alienígena, se convirtió en un clérigo.”

Bastardo Tramposo: “No olvides que estabas en ese campo de batalla alien porque estabas buscando al hermano que perdiste muchos años atrás. Eso te dio un Modificador Emocional a la Sabiduría de +x(3/Y).”

El Cobarde: “Ah, sí.”

El Disgusto: “¿Cuál es el modificador de velocidad de una katana de 70 años que ha sido cuidada con mucho esmero?”

Biff Bam: “Coges el atributo estándar del arma y lo factorizas con los modificadores según la edad, PRUreza del acero, y pomo de la espada.”

El Disgusto: “Creo que necesito otro lápiz.”

Yo: “Este sistema tuyo... es interesante.”

Bastardo Tramposo: “Es lo que sería Rolemaster, si Rolemaster no hubiese sido simplificado para el gran público” [Rolemaster, también conocido como Tablamaster (“chartmaster”), es un sistema genérico para juegos de rol de fantasía lleno de tablas, habilidades y modificadores para tener todos los aspectos de los personajes y de lo que les ocurre en cada momento bajo control. La primera edición del juego de rol de El Señor de los Anillos que editó aquí Joc Internacional (y que desarrolló I.C.E.) usaba el sistema de Rolemaster... simplificado].

Biff Bam: “Es rol para hombres de verdad.”

El Cobarde: “Y a todo esto... ¿por qué os echaron del entrenamiento básico?”

Psicópata Dave: “Lo normal. Insubordinación, encender fuegos, y mojar la cama. Creía que esas cosas me mandarían rápidamente a las Fuerzas Especiales.”

Biff Bam: “Digamos simplemente que yo era demasiado macho para el ejército. Yo los intimiDIdaba.”

Psicópata Dave: “Creía que había sido por tu peso.”
Biff Bam: “¡No! ¿Sabes? Ese es un error muy común. No estoy gordo, esto sólo son músculos desentrenados. Soy, de hecho, tan PSÍQUIcamente fuerte como un levantador de pesas de nivel olímpico medio... pero no tan entrenado.”

Bastardo Tramposo: “Da igual, que les den por el culo a todos. Estamos formando a nuestra propia milicia.”

Biff Bam: “Estoy diseÑINIzando el logotipo para nuestras boinas.”

Yo: “Ya han pasado cinco horas. ¿Por favor, podríamos empezar a jugar pronto?”

El Disgusto: “Nenaza.”

Yo: “Que Dios me perdone, pero te voy a dar de hostias en el cráneo hasta que salga caramelo.”

El Disgusto: “Inténtalo y te serraré por la mitad para contarte los anillos.”

Yo: “Uhhhhh....”


Finalmente empezamos la partida. Bastardo Tramposo había prometido un juego que sería nuevo y diferente. Un universo de juego que lo incluiría todo, desde ciencia-ficción hasta alta fantasía. Pero, de alguna manera, acabamos en una taberna en el borde de un pantano, esperando a que un misterioso extraño nos pidiera que hiciésemos algo. Pasamos un rato roleando y negociando con el misterioso extraño sobre nuestra misión. Aparentemente, le había robado un cacharro místico a los Elfos Arácnidos y quería que lo llevásemos a cierto sitio antes de cierto tiempo.

Sin embargo, en un sorprendente giro de los acontecimientos, un pelotón de Elfos Arácnidos irrumpió en la taberna buscando al misterioso extraño, y el combate comenzó. Un combate del tipo que ningún hombre jamás pensó que tendría que sufrir. Brújulas y reglas para el deslizamiento de miniaturas fueron necesarias para generar los algoritmos que determinaban los golpes. Dos horas más tarde, el primer asalto de combate había concluido y yo comenzaba a sospechar que Jack Chick podría haber tenido razón, después de todo [al final hay una larga NOTA que explica esto, pero casi es mejor que ahora sigáis leyendo la historia].


Bastardo Tramposo: “Mala suerte. Le podrías haber golpeado, si no fuera por el coeficiente de arrastre inverso de la sangre manchando la hoja de la espada.”

El Disgusto: “¡Maldita sea!”

Biff Bam: “Odio cuando pasa eso.”

Yo: “¿Es esa la luz del amanecer?”

Psicópata Dave: “Así que todo el mundo escapa, menos el ninja.”

El Cobarde: “¿No deberíamos volver atrás y rescatarle?”

Yo: “¿Qué tardaría más tiempo? ¿Más combate o crear otro personaje?”

(montones de tiradas de dados)

Bastardo Tramposo: “Los Elfos Arácnidos supervivientes te arrancan la espada de las manos. Te inmovilizan agarrándote de cada brazo y estirándolos.”

El Disgusto: “Intento liberarme al estilo ninja.”

Bastardo Tramposo: “Eso supondría... un salto mortal hacia atrás y una patada de mula doble. Biff, tráeme el tercer volumen del libro de maniobras de combate.”

(una tirada de d20, d30 y d4 más tarde)

El Disgusto: “¡Mierda!”

Bastardo Tramposo: “Mientras te retienen, se aproxima una figura oscura con una bragueta dorada. Los otros Elfos Arácnidos le tratan con respeto y le llaman ‘Su Santidad’.”

El Disgusto: “¡Yo le llamo Gilipollas!” [en el original es un juego de palabras intraducible entre “most holy” (el más santo o sagrado) y “most assholy” (el más gilipollas)].

Bastardo Tramposo: “Su Santidad de los Elfos Arácnidos sonríe levemente y se te acerca, y te dice que no serás herido, y le dice a sus hombres que te liberen.”

El Disgusto: “¡Le ataco!”

(más dados ruedan por la mesa, combinados con matemáticas no euclídeas)

Bastardo Tramposo: “Vale, los Elfos Arácnidos te cogen otra vez por los brazos, pero esta vez te sostienen bien alto.”

El Disgusto: “Intento escapar al estilo ninja.”

Bastardo Tramposo: “Como quieras, pero no olvides tener en cuenta las heridas y el cansancio.”

(más matemáticas y dados)

El Disgusto: “¡MALDITA SEA!”

Bastardo Tramposo: “Su Santidad de los Elfos Arácnidos dice que tan sólo quiere hablar contigo y luego te dejará ir. Te dice que...”

El Disgusto: “¡Le maldigo y le reto a un duelo!”

Bastardo Tramposo: “Él te explica que no quiere luchar contigo, sólo necesita hablar contigo porque necesita...”

El Disgusto: “¡Le doy una patada! ¡Intento morderle si se acerca lo suficiente!”

Yo: “Quizá deberías dejar a tu personaje que escuche lo que ese tío tiene que decir.”

El Disgusto: “Quizá deberías ponerte un vestido y largarte a recoger margaritas.”

Bastardo Tramposo: “Su Santidad saca su espada de la vaina que cuelga de su costado. Puedes ver que es una hoja estelar, una espada que puede cortar el acero sólido.”

El Disgusto: “¡Le digo que por mí puede comérsela! ¡Cruda!”

Bastardo Tramposo: “Le dice a sus súbditos que te agarren bien fuerte, estirando tus brazos de tu cuerpo y dejándolos bien tirantes. Te dice que si no te callas y escuchas te cortará un brazo.”

El Disgusto: “Le escupo un gapo ninja en la cara.”

(un montón de tiradas de dados)

Bastardo Tramposo: “Él gira la espada hacia abajo y te corta el brazo limpiamente.”

El Disgusto: “¡Perfecto! ¡Como estoy libre por un lado, uso el impulso para balancearme y darle un cabezazo a Su Santidad!”

Bastardo Tramposo: “¡No, ni hablar! ¡Estás agonizando!”

El Disgusto: “¡Un ninja no siente el dolor! ¡Ataco!”

(unas cuantas palabras malsonantes y varios cálculos complejos más tarde)

Bastardo Tramposo: “Vale, ahora tu personaje ha perdido ambos brazos.”

El Disgusto: “Le ataco de nuevo.”

Biff Bam: “Dios mío, estamos en un sketch de los MONTHLy Python” [todos habéis visto Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y Sus Locos Seguidores... ¿verdad?]

Bastardo Tramposo: “¿Cómo? ¿Cómo piensas atacarle?”

Yo: “¿Sabes? Tiene razón... tu ninja ha sido desarmado por completo” [otro juego de palabras intraducible. “Disarmed” significa “desarmado”, pero dado que “arm” significa “brazo”, también puede interpretarse como “desbrazado”].


Nuestras risas sólo lograron cabrear más a Bastardo Tramposo y a El Disgusto. Transcurrió otra hora, y durante la misma, el ninja de El Disgusto perdió ambas piernas. Lo que quedaba del grupo murió cuando el Orco Montañés de El Cobarde pifió al usar su habilidad racial, y conjuró una montaña entera en lo alto del pantano. Aparentemente las montañas caen del cielo con bastante frecuencia en este mundo.

Para entonces, por supuesto, yo ya me había ido. Tenía que estar en el trabajo esa mañana.


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[NOTA] Jack Chick era un dibujante de cómics de los años 50 que, según las malas lenguas, fue rechazado en su día tanto por Marvel (que por aquel entonces aún se llamaba Timely, si no me equivoco) como por D.C. Cómics. Despechado, creó su propia compañía... que acabaría siendo increíblemente rentable y popular. Sus tiras cómicas (tracts) se tradujeron a muchos idiomas y se distribuyeron por todo el mundo.

Hasta aquí, nada que objetar. Pero...

Jack Chick estaba completamente obsesionado, obcecado, cegado por sus creencias religiosas. Su fe en las escrituras cristianas le llevó a “telepredicar” desde sus cómics contra todo y contra todos, con una furia y (a menudo) una ridiculez notoria. Sus cómics trataban siempre de jóvenes adolescentes tentados por la brujería, el sexo, las drogas, la homosexualidad... que, o bien acababan renegando de tan perniciosas influencias y abrazando a la tabla de salvación que es Jesús y el estudio pormenorizado de la Biblia, o acababan mal, muy mal.

El enfoque de sus historias era continuadamente negativo, hasta extremos surrealistas: todo esto es malo, no os fiéis de nada, vivid con miedo que es más sano. Coño, si no recuerdo mal, hasta sostenía que las Navidades eran unas fiestas satánicas que pervertían a los críos. Hay por ahí páginas web católicas que reniegan de él y de sus opiniones por considerarlas demasiado radicales; ‘nuff said.

¿Y esto en qué atañe al mundo de rol? Pues en que, como no podía ser menos, para el... “señor” Chick los juegos de rol eran engendros demoníacos que seducían a los jóvenes para convertirlos en adoradores de Satán. La historia de siempre. Y dibujó esta serie de tiras cómicas que se han convertido en clásicos de la comunidad rolera: 

No tienen desperdicio, de verdad. Para los que no entiendan el idioma anglosajón (otras tiras de Chick están traducidas al español, pero esa no), os digo que va de...

Aquí comienza el destripe
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...una partida a un juego de rol muy “sui generis” llamado Dark Dungeons (Mazmorras Oscuras). Durante la misma, Marcie, una jovencita (impresionable, cándida e inocente, a la par que terriblemente engañada por la malsana tentación de lo oculto, como siempre) que interpreta a una ladrona en el juego, sufre impotente cuando su personaje muere bajo el yugo inflexible de la perversa máster, que es más mala que mandar a la abuela a por droga.

Tras el disgusto y la partida, la máster habla a solas con Debbie, otra jugadora (que lleva a un clérigo), y le dice que ha llegado a tal nivel de habilidad, que ya puede aprender magia de verdad (es en este momento cuando a uno se le hace un nudo en el cerebro que ni Alejandro Magno tendría huevos de deshacer). Y lo hace, claro; hay una viñeta muy graciosa que arranca con “La intensa preparación ocultista que recibió gracias a D&D permitió a Debbie aceptar la invitación de acudir a un aquelarre”; para mear y no echar gota. La chica aprende magia potagia y la usa para... controlar mentalmente a su papá y hacer que le compre más material rolero (200 dólares nada menos). ¡MWAHAHAHAHA!

A todo esto Marcie llama a Debbie muy alterada, pero Debbie no se pone al aparato porque está muy ocupada luchando con un zombie, y esas cosas. Cuando más tarde va a casa de Marcie, descubre que la inocente joven... oh sorpresa, oh campos de soledad, oh mustios collados, no pudo soportar más la pérdida de su personaje y se ahorcó. Así que Debbie, que ahora domina la magia negra porque se ha unido al Lado Oscuro de la fuerza, se siente fatal y piensa que todo ha ido demasiado lejos. ¿Es este el fin de nuestra intrépida heroína? Yo digo, ¡NO! Yo digo, ¡NUNCA!

Afortunadamente, un buen amigo le hace descubrir a tiempo a Jesús y a la Biblia, de modo que ella quema con la ayuda de un predicador local (que además exorcisa los malos espíritus de su cuerpo) todo su peligrosísimo material rolero y hala, a vivir todos felices y contentos y jugar a las cocinitas y a ver el programa de José Luis Moreno por la tele, como Dios manda.

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Aquí termina el destripe

Me pregunto qué pensaría el señor Chick si en su época hubiese caido una copia de nuestro juego de rol patrio Aquelarre... en fin.

Por cierto, he aquí una página curiosa que parodia al señor Chick y a su obra: 
www.weirdcrap.com/chick/ (¡OJO! apagad los altavoces primero si estáis en el curro, que arranca con una voz gritando “okay, bend over!”).

Y perdonad por la larga (y tangencial) explicación (tan larga que he preferido ponerla al final para no partir en dos la historia), pero es que hacía tiempo que quería hablar de “Jack Chick vs. Los Juegos de Rol” y esta ocasión era demasiado buena para dejarla pasar.

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