lunes, 7 de febrero de 2011

Soñando con noches de verano.

Aquella vez yo vi (tú no podías), volando entre la fría luna y la tierra, a Cupido todo armado. Apuntó bien a una hermosa virgen que reinaba en Occidente y disparó con energía su amoroso dardo cual si fuera a atravesar cien mil corazones. Mas yo vi que los castos rayos de la luna detenían la fogosa flecha de Cupido y que la regia vestal seguía caminando con sus puros pensamientos, libre de amores.
Observé en dónde caía el dardo: cayó sobre una florecilla de Occidente, antes blanca, ahora púrpura por la herida del amor. Las muchachas la llaman «suspiro». Tráeme esa flor: una vez te la enseñé. Si se aplica su jugo sobre párpados dormidos, el hombre o la mujer se enamoran locamente del primer ser vivo al que se encuentran. Tráeme la flor y vuelve aquí antes que el leviatán nade una legua.

-"El sueño de una noche de verano" 
-William Shakespeare.

Tengo un planteamiento que escribí en un relato/cuento de fantasía sobre el Tarot que cito ahora mismo: le hablo de las cartas del Tarot, y de como la gente creía erróneamente que predecían el futuro, pero que en realidad solo contaban historia, lo que ocurre que las historias son atemporales, se dan tanto en el pasado, como en el presente o futuro. 

    Las historias son atemporales, tu puedes contar la historia de "Caperucita Roja" hoy en día como en la Edad Media y seguirá siendo la misma historia, solo cambia el transfondo, pero su esencia seguirá siendo la misma, lo del tarot me inspire en ideas extraídas de varios autores como Terry Prachett, Neil Gaiman, Alejandro Jodorowsky, Alan Moore o Gustav Meyrink, pero creo que el que mejor lo expreso fue Carl Gustav Jung, un psicoanálisis que estudio el subconsciente colectivo humano a través de lo que llamaba "imagenes arquetipicas" que se ven en los mitos (tales como el padre, la madre, el héroe, el tramposo, el nacimiento, la muerte...) que muchas de ellas correspondían con las cartas del tarot.

  Ultimamente llevo bastante pensando en la carta de los enamorados, en el tarot de marsella se muestra como una pareja de hombre y mujer, uno enfrente del otro, en medio de un jardín, y en lo alto, cupido apuntandoles con su arco y sus flechas desde una estrella. Muchos dicen que se tratan de Adán y Eva en el jardín del Edén (que la carta sea la numero 6 dicen que señalan los 6 días que tardo Dios en crear el mundo antes de descansar). La carta suele simbolizar el impulso sexual y romántico de crecimiento, la salida del Jardín del Edén, o de la Comarca tolkiniana, para que el niño emprenda el camino para convertirse en un adulto (un caso inverso seria Peter Pan, que aun se oculta en el Jardín de Nuncajamas con el fin de no crecer).

  

  El amor (o la magia) como un macguffin para iniciar una historia es algo que tengo muy presente en mi actuales proyectos literarios, razón por la que llevo algún tiempo pensando en esta carta, pero hoy me he sorprendido a mi mismo pensado en una historia clásica a la que le tengo mucho cariño y en la que el amor es el motor de todas las intrigas que en ella ocurren. Esa historia es "El sueño de una noche de verano" de William Shakespeare, es una historia de amores y desamores juveniles y situaciones tergiversadas o enajenadas por el travieso y tramposo Puck, un duende que intenta cumplir las ordenes de su amo Oberon que desea vengarse de las infidelidades de su mujer Titania.

  Un amor que inicia una historia, una pareja de hombre (Oberon) y mujer (Titania), uno frente al otro, en mitad de un jardín (una arbolera de Atenas, un mundo feerico o tal vez un sueño) y un pequeño angel, o tal vez diablo, que les apuntas con sus flechas (Puck) ¿Tal vez suena muy loco?

   Los que haya que enmendar, Robin lo enmanendará.
-Puck

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