domingo, 29 de mayo de 2011

Historias de Ab3: Muerte por pulgares

AVISO: LA SIGUIENTE HISTORIA PUEDE OFENDER A LOS FANS DE DUNGEONS & DRAGONS, A LA ASOCIACIÓN POR EL TRATAMIENTO ÉTICO DE LOS KOBOLDS, A GARY GYGAX, A STEVE JACKSON, Y A LAS MORD-SITH.

[Por partes... Los Kobolds son criaturas de D&D. Una de las criaturas más débiles y patéticas del juego, pero hey, no puedes esperar que los jugadores novatos empiecen a ganar experiencia contra dragones de hielo.

Gary Gygax, como todos debéis saber, fue el creador de la primera edición de D&D y, por ende, de los juegos de rol de mesa tal y como los entendemos en la actualidad (sí, sí, ya sé que el rol ha evolucionado mucho desde entonces. Y también sé que antes de D&D también se jugaba a policías y ladrones, y a indios y vaqueros. Pero no me seáis tiquismiquis).

Steve Jackson es otro creador de juegos de rol, cuya obra más famosa es sin duda el sistema de juego universal GURPS.

En cuanto a las Mord-Sith, son una especie de secta de mujeres especializadas en la tortura (cuyo uniforme es, básicamente, un traje ajustado de cuero rojo. ¿Fantasía sexual del escritor? ) que aparecen en los libros de fantasía de Terry Goodking, dentro de la serie Sword of Truth (“La Espada de la Verdad”. Si no me equivoco no hay edición en castellano... por favor, corregidme si la hay). El primer libro de la serie se titula First Wizard’s Rule (“La Primera Regla del Mago”) y se hace referencia al mismo un poco más adelante.]



Nuestras campañas de rol tendían a explotar ahí mismo, en la rampa de lanzamiento. Iban marcando nuestro camino como basura tirada en las calles, de la misma forma que los episodios piloto de las series de Gene Rodenberry [el creador de Star Trek] iban marcando de basura los canales de televisión por cable en las sobremesas de los sábados de los ochenta.

Algunas veces, sin embargo, una partida aguantaba. No solían durar mucho pero, por lo que a mí respecta, cualquier campaña que durase más de dos sesiones era una victoria. Así que estoy seguro de que apreciaréis mi sorpresa cuando me encontré con que la partida de D&D que estaba dirigiendo alcanzó su segundo mes.

Esperábamos en el sótano de El Disgusto a que llegaran los últimos miembros del grupo.


Yo: “El Pervertido y Asenath deberían haber llegado hace veinte minutos.”

El Disgusto: “Pues vamos a empezar sin ellos. ¿Para qué necesitamos a un mago y a una clériga? ¡Yo soy un ninja!” [no sé si es más correcto “la clérigo” que “la clériga”, la verdad. Ante la duda, la más tetuda, como solía decir mi padre].

El Capullo: “Asenath no me gusta. No creo que ella le respete.”

Psicópata Dave: “¿Qué quieres decir?”

El Capullo: “¿Os acordáis de aquella vez en que mi personaje era una mujer, y se enrolló con el personaje de El Pervertido? Pues yo fui una novia mucho mejor para él en la partida que Asenath en la vida real.”

El Cagón: “Guau.”

El Capullo: “Decidme que me equivoco.”

Yo: “Ni siquiera podría empezar a explicarte lo... equivocado y enfermo que es lo que acabas de decir.”

Psicópata Dave: “Bueno, esa damita tiene algo que tú nunca podrás tener, Capullo.”

El Capullo: “¿El qué?”

Psicópata Dave: “Una vagina.”

El Cagón: “Las chicas pueden llegar a dar bastante miedo. No sabes la suerte que tienes de ser célibe, Ab3.”

Yo (a través de mis dientes apretados): “Yo no soy célibe PORQUE QUIERA.”

Psicópata Dave: “Estás atrapado en el Corolario de Gygax, pobre bastardo.”

Yo: “¿El Corolario de Gygax? ¿Y eso qué coño es?”

Psicópata Dave: “El Corolario de Gygax afirma que cada vez que el personaje de un jugador echa un polvo, eso retrasa que ese jugador eche un polvo durante 1d100 semanas.”

Yo: “¿Qué?”

El Cagón: “¿Y quién tira el d100?”

El Disgusto: “¿Y esa regla se aplica también a las mujeres canadienses?”

Psicópata Dave: “Hacer preguntas como esa es arriesgarse a volverse loco.”

El Capullo: “Yo creía que esa era la Maldición de Steve Jackson.”


Finalmente aparecieron Asenath y El Pervertido, y pudimos empezar a jugar. Se habían pasado semanas intentando localizar la Mazmorra Perdida del Destino Terrible, y luego se habían pasado una semana o dos más intentando conseguir el dinero y equipamientos necesarios para financiar la expedición.


Yo: “La entrada a la Mazmorra Perdida del Destino Terrible es fácilmente visible debido a todos los huesos de aventureros muertos amontonados por fuera.”

El Cagón: “Yo me pongo a rapiñar entre los cadáveres, buscando tesoros.”

El Disgusto: “Mi ninja hace ocho saltos mortales hacia la entrada de la mazmorra, y cuando llega se funde con las sombras.”

Yo: “Es mediodía.”

El Disgusto: “¡Hay sombras al mediodía! ¿Es que no sabes nada?”

El Capullo: “Mi guerrero-bardo-ilusionista saca su arma y camina hacia la entrada de la mazmorra.”

Asenath: “Mi clériga se asegura de que su maquillaje esté en orden y luego se une al guerrero.”

El Disgusto: “Sigo pensando que es una chorrada que tu clériga lleve medias de redes, maquillaje y minifalda de cuero. ¡Se supone que esto es D&D, y no una mierda de fantasía sexual de sadomaso!”

Asenath: “Obviamente, nunca has leido Wizard’s First Rule.”

Psicópata Dave: “Mi anti-paladín extrae las cabezas reducidas de sus enemigos de su bolsa mágica y comienza a susurrarles.”

El Pervertido: “Mi mago saca su Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!”


Una nota rápida acerca de eso. Dos sesiones antes, el mago de El Pervertido había encontrado una Varita de las Maravillas, y ahora era su objeto mágico favorito. Por alguna razón, El Pervertido creía que una Varita de las Maravillas hacía exactamente el mismo sonido que una escopeta recortada cargando un cartucho.


Yo: “Cagón, te encuentras con que los huesos han sido limpiados del todo. Lo siento. El resto aseguráis la entrada a la mazmorra.”

El Disgusto: “De acuerdo, vamos a establecer el orden de marcha, y abramos nuestro camino hasta la cámara con la Gema de MacGuffin” [MacGuffin es un término acuñado por Alfred Hitchcock hace ya bastantes años para designar “eso” que persiguen los protagonistas de una historia (un objeto, un dato, lo que sea) y que sirve de excusa para dar lugar a la misma, aunque al final realmente no sea tan importante que lo consigan. Por ejemplo, en el juego The Secret of Monkey Island 2, el MacGuffin es el tesoro Big Whoop].

El Cagón: “Pero es que para hacer eso primero hay que atravesar la Cámara de los Murciélagos Satánicos.”

El Disgusto: “¿Pero a ti que te pasa? ¿Es que cada personaje que haces tiene que ir siempre bañado en su propia orina?”

Psicópata Dave: “Yo de ti no hablaría de orina, chico del Mountain Dew.”

El Disgusto: “Tengo tres palabras para ti, Señor Don Usted: Palo. Del. Dolor.”

Psicópata Dave: “Y yo tengo dos palabras adicionales para tí: Penetración. Anal.”

Yo: “Ya vale, ¿me podéis dar el orden de marcha, por favor?”

Psicópata Dave: “Mi personaje va en cabeza.”

El Cagón: “Yo me quedo en la retaguardia.”

Psicópata Dave: “Tú eres un guerrero, los guerreros no se quedan en la retaguardia.”

El Cagón: “¿Y qué pasa si nos atacan por detrás?”

El Capullo: “Yo voy el segundo en el orden de marcha. Mi personaje saca su laúd y toca una melodía esperanzadora. ¿Me das puntos de experiencia extra si no me pongo a cantar de verdad?”

Yo: “Dios, sí.”

El Pervertido: “Yo voy después, con mi Varita de las Maravillas bien preparada.”

Asenath: “Y de qué manera...”

Yo: “No des detalles.”

Asenath: “Pero ¿puedo decir una cosa? ¿Para qué queremos conseguir esta Gema? No tiene ningún valor para ninguno de nosotros.”

El Disgusto: “El tío que nos dio la pasta para financiar la expedición la quiere.”

Asenath: “Que le jodan. Yo digo que vayamos a buscar la Espada del Corte Sanguinoliento. Todo el mundo sabe que está en esta misma mazmorra.”

El Disgusto: “Yo digo que busquemos la Gema de MacGuffin, y lo que diga el ninja va a misa.”

El Capullo: “¿Por qué deberíamos dejar que seas tú el que dé las órdenes?”

El Disgusto: “Para explicar el porqué, mi ninja mata al personaje de El Capullo usando sólo sus pulgares.”


(un montón de tiradas de dados, acompañadas de dientes apretados, después)


El Capullo: “Has matado... a mi personaje...”

El Disgusto: “¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!”

El Capullo: “...con tus pulgares.”

El Disgusto: “¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!”

Yo: “Deja de imitar al Fonz. Eso es ser malvado.”

El Disgusto: “¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!”

[¡Meeeeec! Pausa para explicar la referencia de turno. “El Fonz” (o “el Fonzie”) era el apodo de Arthur Herbert Fonzarelli, que a su vez era un personaje de una telecomedia que, una vez más, fue un exitazo allá por Norteamérica. Aquí, que yo sepa... no se vio.

La serie se llamaba Happy Days (Días Felices) y narraba las peripecias de una familia recién llegada (al menos al principio) a un barrio americano. El Fonz era un chaval típico de los años 50, con su actitud rebelde, su tupé y su chupa de cuero. Como en Grease, vaya. La serie duró tropecientos capítulos, y de ella salieron un par de series derivadas, incluyendo Mork and Mindy... otra telecomedia de éxito protagonizada por un primerizo Robin Williams en el papel de un maridito extraterrestre.

Y sí, ese grito, “ayyyyyyyyyyyyyy”, era típico del Fonz.]


El Capullo: “¿Puede alguien resucitar a mi personaje?”

Asenath: “Lo siento, mi clériga todavía no puede hacer eso.”

El Disgusto: “¡Entonces supongo que tu cuerpo se va a pudrir ahíiiyyyyyyyyyyyyyii!”

El Capullo: “¡Cállate!”

El Disgusto: “¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!”

Yo: “Mira, estoy hablando en serio, Disgusto.”

El Disgusto: “Lo siento, por un momento me dejé llevar.”

Yo: “Y tanto que lo hiciste.”

El Disgusto: “¡Pero levanto mis pulgares por la muerte de su personaje! ¡AAAAAAAAAYYYYYYYYY!”

[”Two thumbs up” (dos pulgares arriba) es una expresión coloquial anglosajona que viene a expresar una gran aprobación por algo. Es como cuando enseñas el puño con el pulgar levantado hacia arriba (al estilo del César en el Coliseo), pero con las dos manos a la vez].


Con los ojos cegados por las lágrimas, El Capullo abandonó corriendo la mesa de juego. Si bien no hay ninguna forma digna de abandonar así una partida, la de El Capullo fue especialmente ignominiosa porque de camino a la puerta tropezó con Lamont, el perro de El Disgusto.


El Pervertido: “Mierda, ¿todavía está vivo ese perro?”

El Disgusto: “Sí, mis padres se gastaron el dinero que habían ahorrado para mi universidad en sus operaciones.”

El Cagón: “¡Ouch!”

El Disgusto: “Bah, Harvard es una universidad estúpida de todas formas. Ningún club de rol en absoluto.”

Yo: “Bueno, tacharé al personaje de El Capullo del orden de marcha.”

El Cagón: “Táchame a mi también. Mi personaje se quedará detrás y guardará el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.”

Yo: “¿Qué?”

El Cagón: “Bueno, alguien tiene que hacerlo. Estoy interpretando bien al personaje.”

Yo: “Así que tú, como jugador, vas a limitarte a sentarte ahí, mientras nosotros seguimos la partida durante varias horas, para que tu personaje pueda quedarse guardando el cuerpo de otro personaje al que apenas conocía.”

El Cagón: “Nos dimos los buenos días.”

Psicópata Dave: “Técnicamente, nadie habló mucho con el personaje de El Capullo.”


De alguna manera conseguí que cuatro de cinco personajes se aventuraran en la mazmorra; supongo que podía considerarse una victoria. Pero tras los primeros combates las cosas empezaron a torcerse.


El Disgusto: “Grito ‘Prueba la Muerte Ninja’ mientras mato al último Kobold.”

Yo: “Bueno, pues enhorabuena. No queda vivo ninguno de los bebés Kobold.”

Psicópata Dave: “Los Dioses Oscuros estarán contentos.”

Asenath: “Gracias a Dios que soy caótica neutral.”

El Pervertido: “Deberíamos haber dejado a uno vivo para poder preguntarle dónde está la Espada del Corte Sanguinoliento.”

El Disgusto: “No estamos aquí para encontrar esa puta espada, estamos aquí para encontrar la Gema de MacGuffin. ¡No me hagas desenfundar mis pulgares otra vez!”

El Pervertido: “Ya estoy harto de esto. Mi mago prepara su Varita de las Maravillas, ¡cha-CHAK!, y se aventura en solitario.”

Yo: “¿Cómo?”

El Pervertido: “Ya soy de nivel ocho, no les necesito.”

Asenath: “A mí me parece bien. Sigo al mago y a su enoorme varita.”

Yo: “¡Eh, deja de decir eso!”

Psicópata Dave: “Estos tíos son unos blandengues. Yo me adentro en la siguiente habitación de la mazmorra.”

El Disgusto: “¡Pues vale! Yo sigo mi camino hacia la Gema.”

Yo: “¿Y qué hay de la lealtad para con el resto del grupo?”

El Cagón: “Yo me dedico a saquear el cadáver del guerrero-bardo-ilusionista.”


Como todas las grandes bandas de música, el grupo de aventureros se había desperdigado. Quizá había sido la pérdida de El Capullo: el odio común que sentían hacia su personaje podía haber sido la chispa que mantenía unido al equipo. O quizá era porque ya no eran personajes de primer nivel luchando por evitar ser asesinados por orcos, hongos y vacas zombi.


Yo: “Vale, entras en la habitación y ves un grupo de Hobgoblins afilando sus armas.”

Psicópata Dave: “Saco mi talismán de los Dioses Oscuros y se lo enseño, y les ordeno que se arrodillen ante el poder de Azathoth.”

Yo: “Se inclinan ante ti.”

Psicópata Dave: “Y luego les decapito.”

Yo: “Mientras tanto, nuestro intrépido dúo sigue avanzando por la mazmorra. Encontráis una puerta de roble bloqueándoos el paso.”

El Pervertido: “Le digo a la clériga que se mantenga atrás, y le lanzo a la puerta un rayo con la Varita de las Maravillas. ¡Cha-CHAK!”


(los dados ruedan por la mesa)


Yo: “Un chorro de mariposas se estrella contra la puerta.”

Asenath: “Compruebo que la puerta está cerrada con llave.”

Yo: “No lo está.”

El Pervertido: “La abrimos y entramos.”

Yo: “Y El Disgusto, tu ninja encuentra la temida Cámara de los Murciélagos Satánicos.”

El Disgusto: “¡Estoy temblando! ¿Me oyes? ¡Temblando!”

Yo: “Bueno, los murciélagos no se han percatado de tu presencia, parecen estar durmiendo.”

El Disgusto: “Me arrastro silenciosamente dentro de la cámara.”

Yo: “Cuando lo haces, tu zapato se hunde unos dieciocho centímetros en una capa de guano de murciélago” [guano es el nombre que se le da a la caca de los pájaros. El guano de murciélago se usa en muchos sitios como fertilizante].

Asenath: “Aaaaaaaaugh.”

Yo: “Psicópata Dave, ¿qué hace después tu personaje?”

Psicópata Dave: “Me aventuro en la siguiente habitación y le ordeno a lo que sea que haya dentro que se arrodille ante mí.”

Yo: “El Umber Hulk que hay dentro no parece muy impresionado” [sí, otro bicho de D&D, bastante bruto. Y ese es su nombre en inglés, no tengo ni idea de cómo lo traducen en las versiones en español.]


Psicópata Dave: “¡Desenfundo my poderosa espada ‘Folladora’ y le ataco!”


(tirada de dados)


Yo: “Sacaste un uno, y fallas.”

Psicópata Dave: “Una pifia. Saca la tabla de pifia para armas de filo.”

Yo: “No estoy usando tablas de críticos ni pifias.”

Psicópata Dave: “No pasa nada, usa las mías.”

Yo: “¿Siempre llevas encima ejemplares de los Grimorios de Arduin?” [uno de los primeros juegos de rol que salío a la sombra de D&D, ya se mencionó algunas historias atrás].

Psicópata Dave: “Siempre quiero estar preparado, en caso de que vaya a algún sitio donde alguien empiece una partida. Vamos a tirar esa pifia.”

Yo: “Vale, haz la tirada.”


(tirada)


Yo: “Te decapitas a ti mismo.”

Psicópata Dave: “Pero la cabeza vive durante varios segundos tras ser separada del cuerpo. ¿Puedo invocar a mi Dios?”

Yo: “No. Y ahora volvamos a nuestro mago y a la clériga. Haced tiradas de salvación contra la magia.”


(dejan de cogerse las manos para poder hacer las tiradas)


El Pervertido: “Fallé.”

Asenath: “Lo mismo digo.”

Yo: “La puerta a la habitación que contiene la Espada del Corte Sanguinoliento tiene una trampa teletransportadora. Los dos aparecéis de repente en el interior de un Cubo Gelatinoso” [otro bicho made in D&D].

Asenath: “Oh.”

El Pervertido: “Bueno, al menos estamos juntos.”

Yo: “Y finalmente tú, El Disgusto. ¿Qué hace tu ninja?”

El Disgusto: “De ninguna manera mi ninja va a atravesar toda esa mierda.”

Yo: “¿Así que te marchas?”

El Disgusto: “¡No! ¿Te crees que soy estúpido? El guano de murciélago es altamente inflamable. Lanzo una antorcha dentro de la cámara.”

Yo: “Hum... ¿Eres consciente de que se trata de una cámara de seis metros cuadrados, con una capa de casi veinte centímetros de guano de murciélago?” [creo que Ab3 se equivocó aquí, y se refiere a una superficie mayor (en el original son 60 pies cuadrados, que para ser exactos equivalen a 5.57 metros cuadrados), porque si no, vaya birria de habitación mazmorrera]

El Disgusto: “¿No puedes soportar que yo sea más inteligente que tú, verdad? Lanzo la antorcha.”

Yo: “Vale. La explosión resultante mata a tu personaje instantáneamente.”

El Disgusto: “¡Pero si soy un ninja!”

Yo: “La explosión también provoca que la Mazmorra del Destino Terrible se colapse como un castillo de naipes. Matando a todo lo que haya dentro.”

El Cagón: “¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Estoy vivo. ¡Estoy vivo!”

Yo: “Tu personaje sólo vive unos segundos más, porque cuando la mazmorra se colapsa crea un enorme vacío que succiona a todo lo que la rodea en ochocientos metros a la redonda.”

El Cagón: “Qué putada” [en el original dice “that sucks”, que si se toma literalmente significa “eso chupa” o “eso succiona”. Un juego de palabras intraducible].

Psicópata Dave: “¿Se quedó contento Azathoth?”

El Pervertido: “Menuda pérdida de nuestro tiempo.”

Asenath: “No conseguimos hacer nada.”

Yo: “Bueno, espero que hayáis aprendido todos una lección valiosa.”

El Disgusto: “Sí, nunca dejes que Ab3 dirija una partida.”

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