lunes, 22 de septiembre de 2008

Crossower: Hellsing/ La llamada de Cthulhu III

Parte 2: El sueño de la razón.

Negro sobre blanco en un tablero de ocho por ocho casillas, las fichas sobre la mesa, el juego había empezado, Sir Hellsing meditaba su jugada mientras removía el ron de su vaso, Sir Hugh Islas observaba preocupado la disposición de su amigo.
-Arthur, viejo amigo, no te estás apostando tu vida con la muerte en esta partida ¿A qué esperas para jugar?-Dijo Islas con el fin de aligerar la partida.
-Tranquilo Hugh solo estaba pensando-Respondió Hellsing distraído.
-¿No te preocupara esa misión en Nueva Orleans?
-¿Aquella en la que la que mande el legado más peligroso de mi familia?-El sarcasmo sonó en estas de manera que casi rompía todo el protocolo innato de la nobleza inglesa.
-¿Eso te preocupa? ¿Qué sea demasiado poderoso? Por Dios Arthur, es solo un solo hombre.
-Alucárd no es un hombre, ni animal.
-Entonces solo nos queda un dios -Respondió bromeando Sir Islas, la mirada de Hellsing parecía no sentir agrado de dicha broma, dicha expresión pareció incomodar a Sir Islas-Tranquilo Arthur, era solo una broma.
-No vuelvas blasfemar ni broma ante mi presencia Hugh-dicho esto volvió su mirada a su vaso de ron que vacio de un trago-y mucho menos cuando hablamos de Alucard.

¿Cuántos vasos de ron se necesitan para ahogar un recuerdo? ¿Cuándo te acostumbras a no dormirá para evitar soñar? Esas mismas preguntas se hacía Jonas Stevnson ante su primer ron de la mañana, Henry Armitage le había convocado a servir a Sir Hellsing a Nueva Orleans para una asunto importante, pero lo que encontró fue del todo escalofriante, ese rostro batracio de un ser que antaño pudo ser humano, esa sensación de escalofrió ante el terror antropomórfico, la calavera humana de su compañero, su compañero en sí. El hombre o bestia llamado Alucárd parecía dormir, a Jonas le aterrorizaba, lo encontraba lejos de humano con sus frialdad sobrenatural y sus excentricidades, como la de dormir hasta pasada ya toda la mañana y parte de la tarde, Jonas empezaba adquirir nuevas manías cada vez menos saludables, como la que hincar el codo bien temprano, cosa normal ya que no durmió en toda la noche, veía su reflejo en el ron de su vaso distorsionarse entre el oleaje de de sus pulsos, por un momento le pareció ver ese rostro batracio en sus propio reflejo etílico, sin inmutarse por la ilusión acabo el vaso de un trago dejándolo vacio sobre la barra del bar para así dar muerte a sus aterradoras ensoñaciones.
-Un poco pronto para hincar el codo ¿no le parece?-dijo una voz a sus espaldas, Jonas sintió un escalofrió en su espalda al oírlo al imaginarse a su extraño compañero despierto se volvió con expresión de espanto, pero no era Alucard con quien se encontró, era un hombre alto y delgado, un nativo americano de gestos ingleses, de piel antes palida sonrosada ahora ligeramente tostada al sol y ropa de viajero que le delataban como un hombre de mundo tal vez soldado de la legion extranjera o arqueólogo, sobre sus vestimentas llevaba una gabardina negra y un sombrero, ante sus ojos unas gafas redondas que le daban un aire intelectual, al ver su reacción él hizo un gesto levantando las manos con el fin de mostrar que se encontraba desarmado mientras sonreía –tranquilo señor Stevenson, no era mi intención asustarle
-¿Quién es usted?- le pregunto Jonas algo nervioso-¿Cómo sabe mi nombre?
El recién llegado no respondió inmediatamente sino que cogió el vaso vacio que Jonas dejo en la barra y lo lleno de ron para echar un trago dejando el vaso en la barra a la mitad de su contenido total, Jonas le observo con miedo y desconfianza.
-Para empezar la pregunta que realmente deberías hacerte es ¿Quién eres tú?- respondió el hombre tras dejar el vaso en la barra, acto seguido giro su rostro haciendo que su mirada se cruzara con la de Jonas-pero en respuesta a sus preguntas le diré que mi nombre es Randolph Carter y conozco el suyo gracias al Doctor Henry Armitage.
La desconfianza desapareció al escuchar este último nombre ya que se trata de un hombre de confianza y podría tratarse de ayuda o su propio relevo en ese infierno en que inconscientemente se había metido.
-Entonces, ¿el Doctor Armitage le ha enviado?
-No.
-¿Cómo?
-Vengo por propia voluntad, y no para quedarme.
-¿Por qué?-Jonas empezó a desesperar al ver su único hilo de esperanza romperse por el peso de sus expectativas, el señor Carter no respondió simplemente se quedo en silencio mirando el vaso de ron que había dejado sobre la barra navegando en sus pensamiento y reflexiones.
-Tenía que ser testigo de lo que va suceder tras esta charla.
-¿Cómo?
-¿Medio lleno o medio vacío?
-¿Qué?
-El vaso ¿medio lleno o medio vacío?- Jonas se quedo atónito ante tal escena, un hombre llega de muy lejos para llegar al bar de un motel y charlar sobre filosofía con un completo desconocido, por un momento Jonas se sentía protagonista de una parábola zen o la de un chiste de borrachos.
-¿No sé a dónde quiere llegar señor Carter?
-¿A dónde? ¿a cuando? ¿a yo que se? Hubo un tiempo que lo único que deseaba era cruzar la barrera hacia la ilimitada tierra de los sueños
-¿Y qué paso?
-Que lo conseguí.
Se hizo el silencio entre ello en un momento, Jonas no daba créditos a sus palabras, era como si de repente todo el mundo se hubiese vuelto loca, la sinrazón surgía de todas partes e invadía su cordura.
-Escúchame existe un mundo detrás del mundo, existen un número infinito de mundos detrás de una sola facción de este, existe un mundo en cada persona y detrás de este otro mundo oculto que tememos revelar.
-¿No lo entiendo?
-Pero lo conoces, ese terror hacia lo desconocido, a algo capaz de quebrar tu mente en mil pedazos.
Durante un simple momento volvió a su mente la imagen de ese rostro de pez, macabra de mascara de carne y escamas viviente, su propio reflejo en el vaso de ron. Jonas cogió el vaso de ron y lo vacio de un trago para dejarlo de nuevo en la barra, acto seguido se echo a llorar, el señor Carter apoyo sus mano en su espalda mostrando su apoyo.
-Parte de ese terror esta dentro de nosotros pero lo encerramos lo arrojamos al olvido, pero sigue en nuestro interior, en el interior de cada uno de nosotros, de ti especialmente.
Hubo de nuevo un silencio entre ello.
-No luche contra monstruos señor Stevenson o te convertirás en uno de ellos, el sueño de la razón crea monstruos
Jonas no supo cuanto tiempo estuvo llorando, ni el momento en que Randolph Carter se marcho, solo recuerda al terminar de llorar preguntarse a sus adentro la siguiente pregunta.
-¿Estoy medio lleno o medio vacío?
Nadie en el bar recordaba ver al extraño viajero con el charlo Jonas, solo que este se echo a llorar en la barra tras varios vasos de ron, incapaz de ahogar un recuerdo en ron, incapaz de soñar otra cosa que los monstruos de su razón Jonas se echo a llorar.

Y mientras, en la tormentosa oscuridad de los pensamientos pasados, otro engendro de la razón vendería un alma que ya no posee, para volver a llorar lagrimas, sus ojos se abren en sus onírico encantamiento para encontrase en varios sitios y ninguno, pues se encuentra invocando a Dagon en Innsmouth y al mismo tiempo en Nueva Orleans participando de una orgia vudú, el nosferatu olvida un momento su rumbo y luego se concentra para bucear entre los recuerdos olvidados de blasfema criatura, la sangre que animaba a una bestia, la sangre que le alimento le permite ahora navegar mas allá de los mares de tiempo, también ahora en las mareas del pensamiento, viaja más adentro, aquel lugar de la razón y el pensamiento donde los mapas marcan “Aquí hay dragones” . Más allá de la laguna Estigia, ahí donde la memoria fue borrada por las aguas del Leteo , en una tierra jamás soñada, en un mundo anterior al mundo llego a parar a las costas de una ciudad-cadáver, no sentía la arena bajo sus pies sino lodo negro manchando sus zapatos, no era una majestuosa ciudad griega como la que Platón vio hundirse , sino una arquitectura ciclópea cimentada en el terror material, el "ser que es no-ser” sintió ese aire de familiaridad en el aire y se adentro a sus monstruosas maravillas arquitectónicas, construidas por oscuros titanes de una época ya olvidada, trayendo en su mente viejos recuerdos de tiempo antaño cuando aun su corazón latia, recuerdos de ríos de lagrimas y jardines de empalados en una tierra oscura más allá del bosque. En su paseo ante tal pandemónium dantesco llego en su peregrinación hasta una gran plaza circular decorada con gran pentagrama con un ojo en su interior, le pareció oír un corazón latir bajo las olas, no era su corazón pues este llevaba tiempo sin latir, era otro corazón que latía como en un relato de Edgar Alan Poe. Un corazón bajo las mareas, un corazón bajo tierra sin ser el corazón de la tierra, susurrando en la mente de todos los hombres y bestias, “Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn!” se escuchaba con esa voz sin boca para pronunciar palabra alguna, vio los pentagramas de sus guantes brillar y los comparo con aquel en el suelo, durante un largo silencio pronuncio el vampiro sus primeras palabras durante su peregrinación.
-No está muerto lo que eternamente yace pues en tiempos extraños hasta la muerte puede morir.
Fue entonces cuando el latido se hacía más fuerte, hasta romperse el suelo de la plaza dejando salir tentáculos que atraparon al “no-ser”, estrangulándolo, este hizo fuerzas y resistió hasta que…, despertó.




Despertó bañado en sudor en una oscura habitación de hotel en Nueva Orleans, maldiciendo la blasfema sangre en silencio, agarrando su pistola y apuntando a las sombras de una habitación vacía.
-¿Quién eres?-Pregunto a la nada.
-Una amiga- Respondió una sombra en la nada, mientras se hacía visible enterando en la escasa luz de esa habitación el rostro de una joven mulata-una amiga y sus sierva, Baron Samedi- Dicho esto la mulata se arrodillo ante el vampiro y su ataúd, este no hizo nada, solo sonrió, sonrió con sus colmillos de lobo, congelado en su mueca de calavera sin carne.



“Soñando sueños que ningún mortal se ha atrevido a soñar”.
-El Cuervo, Edgar Alan Poe.




Continuará...

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